Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

¿Qué aprendimos del Holocausto?

¿Qué aprendimos del Holocausto?

Al conmemorarse un año más el Día del Holocausto, en memoria de los seis millones de judíos exterminados por los nazis, los sucesos antisemitas van aumentando.

No solo eso. Quien se haya preguntado cómo es posible que el pueblo judío haya tenido que pasar por tantas peripecias de esa índole y qué tipo de horrores pasaron por la malvada mente de los enemigos de los judíos, no tiene que ir muy lejos. Basta con leer el manifiesto de odio de John Earnest, un joven de 19 años que hace un par de días salió a acribillar a judíos que oraban en una sinagoga en California.

“A mi familia y amigos: yo ya escucho sus voces diciendo ‘¿cómo pudiste echar a perder así tu vida, teniéndolo todo? Una familia amorosa, buenos amigos, una iglesia, excelencia en los estudios de enfermería. Podrías haber hecho tanto dinero y formar tu propia familia feliz’. Yo entiendo lo que ustedes se preguntan, pero yo les hago otra pregunta: ¿qué sentido tiene mi vida en comparación al conjunto de la raza europea?, ¿de qué me sirve una vida cómoda a costa de un judaísmo internacional que está firmando la perdición de mi raza? No, yo no venderé mi alma”.  

El excelente estudiante de enfermería, un niño prodigio que toca el piano desde los cuatro años era supuestamente una persona común y corriente,  el último que uno podría sospechar que fuese a cometer tal atrocidad. Pero el antisemitismo tiene sus propias normas.

El fenómeno antisemita, como nos lo enseña la Sabiduría de la Cabalá, es una ley natural que es posible de medir. El Libro del Zóhar, que es el libro de los libros de la Sabiduría de la Cabalá, el cual trata sobre la interioridad de la Torá y sus secretos, un libro que explica la conducta del mundo en todos sus estratos, tiene una respuesta contundente:

“Israel es el corazón del mundo entero, y así como los órganos del cuerpo no pueden existir en el mundo ni siquiera un momento sin corazón, así todos los pueblos no pueden existir en el mundo sin Israel”. La función de Israel actúa del mismo modo que el corazón en el cuerpo humano, el cual proporciona la fuerza motriz para que fluya la sangre a todos sus órganos. La función de Israel es proporcionar el espíritu vital, la fuerza de conexión, la abundancia espiritual a todas las naciones del mundo. En otras palabras: ser “luz de las naciones”.

Mientras que nosotros, los judíos, mantengamos el principio de unión, de la misma manera que esto existe en armonía en todas las partes de la naturaleza: inerte, vegetal y animal, entonces el mundo entero tendrá asegurados el equilibrio, la paz y la calma. Pero en el momento que nosotros abandonamos la conexión entre nosotros  y cada uno se atrinchera en su propio mundo, inmerso en su propio fango egoísta, el sistema sale de su equilibrio interno. La reacción aparece como una fuerza negativa en el mundo que vuelve a golpearnos con una erupción de antisemitismo.

“Prefiero morir o pasar el resto de mi vida en la cárcel, a saber que no hice nada para frenar este mal”, sigue Earnest en un texto lleno de odio, expuesto a través de cuatro mil palabras. “Cada judío es responsable del holocausto planificado de la raza europea. Ellos actúan como una sola unidad, sus delitos son interminables… Por estos delitos merecen ir al infierno”, declaró.

Se puede unir este manifiesto a una cadena de eventos antisemitas que han ocurrido últimamente: una ofensiva caricatura en el ‘New York Times’,  la representación de una efigie judía vapuleada en Polonia, esvásticas sobre puertas en casas de Toronto, Nueva York y Berlín. Todos estos incidentes, todas las excusas y las razones tienen una sola raíz clara: “es un hecho que Israel es odiado por todas las naciones”, escribió ‘Baal HaSulam’, Rabí Yehudá Ashlag, “ya sea por la religión, o por la raza, o por el capitalismo, o por el comunismo, o por el cosmopolitismo, pues el odio precede a todas las razones, solo que cada uno soluciona su odio según su propia sicología”, Escritos de la última generación.

Este año recordamos las víctimas del Holocausto haciendo también una profunda reflexión para que nuestra unión nos permita evitar una nueva tragedia. Sólo entonces podremos decir con certeza y convicción: ¡Nunca jamás!

Para ahondar más en el tema: http://bit.ly/2VCke4q

Publicado en: News

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*