Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

¿Por qué no podemos ver más allá del universo?

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Telescopio espacial James Webb honrado con en un sello del servicio postal de EUA.

Los cosmólogos dicen que el universo comenzó con una gran explosión y que no ha dejado de expandirse desde entonces. Explican que no podemos ver ni investigar más allá del universo donde está el planeta Tierra. Y no es por una óptica inadecuada, sino porque las leyes de la física hacen imposible descubrir lo que está más allá, si es que hay algo. La razón por la que los científicos lo sostienen, no es porque sea la verdad absoluta, sino porque no tienen las herramientas adecuadas para explorar. Pero, las herramientas existen, si lograran tenerlas, sabrán lo que hay ahí fuera y lo verán tan claro como nos vemos unos a otros.

Cuando los fabricantes de teléfonos móviles quieren mejorar sus cámaras, hay dos formas principales de hacerlo. La primera y obvia es mejorar el hardware de la cámara: las lentes, el obturador, etc. La otra es mejorar la “mente” que descifra lo que capturan las lentes. Se emplea software más sofisticado, mejores algoritmos y unidades de procesamiento para ejecutar las habilidades de cómputo mejoradas que «entienden» lo que ven las lentes con mayor precisión y captan la imagen con más detalle, usando la misma óptica.

Al estudiar el universo, necesitamos hacer lo mismo. No importa que tan buena sea nuestra óptica, hay un límite que nunca cruzará. Para llegar más allá de ese límite, debemos mejorar la “mente” que entiende las imágenes, que en este caso, somos nosotros.

Percibimos nuestro mundo con una mente muy orientada a objetivos y el objetivo es servir a su propio interés. Si algo no sirve al interés propio, la mente no lo percibe. Por eso, para captar lo que está más allá de nuestro interés inmediato, debemos abrazar otros “intereses” y hacerlos nuestros. En palabras simples, debemos aprender a preocuparnos por los demás tanto como nos preocupamos por nosotros mismos.

Piensa en la vista. Cada uno de nuestros ojos ve el mundo en dos dimensiones. Pero, cuando la imagen que ven nuestros ojos llega al cerebro y es procesada, se construye una imagen tridimensional. Si dependiéramos sólo de la imagen de un ojo, no veríamos la profundidad y nunca percibiríamos el mundo tridimensional.

Lo mismo ocurre con nuestra percepción del mundo. Es como si la percepción personal fuera un ojo y la percepción de los demás fuera otro ojo. Mientras estemos confinados a nuestra percepción, estamos sujetos a los límites que esa percepción permite, una especie de percepción «bidimensional». Pero, si «vemos» el punto de vista de los demás y lo fusionamos, nuestra percepción del mundo ganará una dimensión totalmente nueva y nos dará una comprensión mucho más completa y rica del mundo.

Sin embargo, para lograrlo, debemos renunciar a nuestra actitud egoísta. La imagen distorsionada que nos presenta es la causa detrás de cada error que cometemos en este mundo, como individuos, como sociedad y como nación. Nos presenta a los demás como contrarios y tratamos de cancelarlos. Si entendemos que los demás no son opuestos, sino que nos complementan, podríamos abrazar su percepción, fusionar nuestra percepción con la de ellos y crear una imagen del mundo completamente nueva y precisa.

Ahora, imagina que pudiéramos hacerlo, no sólo con una persona más (un segundo ojo, por así decirlo), sino con toda la humanidad. Lo que revelaríamos sería ilimitado. En ese estado, no habrá fin a lo que podríamos percibir con nuestra “visión” multidimensional, si logramos cambiar nuestra actitud hacia los demás, de egoísta a inclusiva. Mientras más lo pensemos, más entenderemos que la solución a nuestros problemas no radica en una mejor maquinaria, sino en, nosotros, ser mejores.

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