Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

Por qué me reúno con críticos de Israel y del pueblo judío

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Invierto mucha energía en reunirme con personas de todos los ámbitos de la vida, para discutir el estado de la sociedad humana y hacia dónde vamos.

En los primeros años del siglo, me reuní con muchos científicos, economistas, políticos, académicos, líderes espirituales, artistas y otras figuras públicas, para discutir la crisis general en la que se encontraba el mundo, sus causas y su futuro.

Recientemente, a medida que el antisemitismo se convierte en un problema cada vez más acuciante y el sentimiento antiisraelí arde en el mundo, he participado en conversaciones por televisión con muchas personas diferentes y con puntos de vista diversos sobre estos temas: con judíos y no judíos, partidarios y críticos de Israel e incluso, algunos que han sido etiquetados como antisemitas.

Desde que comencé estas discusiones, a menudo me preguntan, por qué entablo diálogo con críticos de Israel y del pueblo judío. La razón es muy simple: al comprender mejor a los que nos odian, podemos discernir mejor quiénes somos nosotros, el pueblo judío. Y al entender mejor quiénes somos, podremos percibir mejor nuestra posición en relación con este problema persistente y deducir qué podemos hacer al respecto.

Como dice El libro del Zóhar: «No hay luz excepto la que sale de la oscuridad … y no hay bien, excepto dentro del mal». (Zóhar, Porción Tetzavé). En otras palabras, podemos entender un cierto fenómeno sólo en contraste con su opuesto.

Por lo tanto, escucho atentamente sus puntos de vista y en respuesta, trato de formular preguntas sobre las causas detrás del odio que sienten.

¿Cambiarán su opinión como resultado de las discusiones? No tengo tal expectativa. Cualquier posibilidad de que sus puntos de vista cambien, sólo puede venir de que cambiemos nosotros (el pueblo judío). Mientras más nos centremos en unirnos por encima de nuestras diferencias y demos ejemplo a la humanidad de nuestra tendencia de unidad, más actuaremos como conducto para que la fuerza de unión positiva, inherente a la naturaleza, pase a través de nosotros hacia la humanidad.

¿Cómo funciona? Lo he explicado en detalle, pero, en resumen, el establecimiento de nuestra nación es único,  en el sentido de que no es biológico, sino ideológico. En la antigua Babilonia, hace unos 3,800 años, hubo una era en la que la división desenfrenada desgarraba  a la sociedad humana, nos agrupamos y nos unimos bajo la guía de Abraham, de acuerdo con el principio, «Ama a tu prójimo como a ti mismo». Más tarde nos llamaron «judíos» cuando, después de experimentar una etapa de desapego de nuestra unión, una vez más nos unimos «como un hombre con un corazón», bajo la guía de Moisés.

Eventualmente, hace unos 2,000 años, perdimos por completo el sentido de nuestra unión y desde entonces hemos sufrido mareas cambiantes de antisemitismo. A veces el mar está más tranquilo, a veces, el odio explota en tormentas violentas, pero no importa cuándo ni dónde, el sentimiento antisemita constantemente fluye y disminuye.

Después de muchos años de estudiar e investigar la sabiduría de la Cabalá, he llegado a la misma conclusión sobre la causa y la solución del antisemitismo, que los cabalistas han expresado en sus textos: que la inclinación antisemita es fundamentalmente la expectativa subconsciente de que los judíos se unan y una reacción a la división interna y a los conflictos del pueblo judío. Antes de que surja la disposición antisemita, hay una sensación más profunda de odio que subyace en la razón, Cabalá describe la causa fundamental de ese sentimiento. La inclinación antisemita llama al intelecto antisemita a buscar las razones del odio hacia los judíos. Por esa razón ha habido tantos reclamos ilógicos y sin fundamento, para culpar al pueblo judío.

Por lo tanto, nuestra transformación -ser más unidos, considerados y amables, por encima de la división actual que existe-, provocará una transformación similar en la opinión de los demás hacia nosotros. Hasta que cambiemos en esa dirección, la actitud negativa hacia los judíos y hacia Israel, será el indicador principal de las relaciones defectuosas del pueblo judío.

Si no subsanamos nuestra actitud mutua, el combate el antisemitismo será una batalla perdida. Vemos que, mientras más organizaciones celebran su éxito en la lucha contra el antisemitismo, más crímenes, amenazas y sentimientos antisemitas hay, superan todos los esfuerzos. Para añadir leña al fuego, parece que las contribuciones positivas que los judíos hemos dado al mundo, no hacen nada para disuadir a nuestros atacantes. Eso ocurre porque no tratamos el problema en su raíz, no entendemos la razón central del odio ni enfrentarnos la causa del problema, en su lugar, sólo evitamos su expresión externa.

Si los judíos nos conectáramos positivamente, el odio disminuirá. Si no lo hacemos, nuestra división excitará el odio hacia nosotros. Cuando nuestra comprensión de cómo funciona la naturaleza a nivel de nuestras emociones, sea más profunda, en ese momento veremos que es una fórmula incrustada en la naturaleza. El odio a los judíos tiene una raíz profunda y necesita que su forma opuesta, el amor, surja, primero entre el pueblo judío, para luego buscar el equilibrio global.

Por eso, estoy dispuesto a discutir este tema con cualquiera que tenga alguna opinión al respecto y mientras más diversas sean las opiniones, más ayudan a arrojar luz sobre el fenómeno del antisemitismo. Gracias a este fenómeno, podemos examinar mejor quiénes somos, por qué razón nos pusieron aquí, para hacer qué y que no debemos simplemente reaccionar contra el antisemitismo cada vez que surge, sino que podamos usar nuestras cualidades y característicamente innovadoras y creativas para allanar el camino hacia una nueva realidad, unida y armoniosa. Mientras no lo hagamos, el antisemitismo continuará empujándonos para señalar la necesidad de nuestro cambio.

Publicado en: News

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