Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

Pon a los líderes en tu lugar

líderesHace poco publiqué mi respuesta a un correo electrónico que recibí sobre la oración. Recibo muchos correos y estos días, muchos se refieren a la guerra en Ucrania. Uno con ese tema fue el de un hombre llamado Vladimir. No conozco su nacionalidad, pero su situación es universal. Escribió: «Querido Michael Laitman, me gustaría compartir con usted que, he intentado ponerme en el lugar de mi amigo. Su hijo está luchando en la guerra. Después de cinco minutos, entré en estado de shock. Mantenía el teléfono constantemente a la vista y temía que cada vez que sonara o vibrara fuera alguien que me diera la peor noticia. Mis manos se sentían tan pesadas como el plomo y la vida se convirtió en las pausas entre los timbres del teléfono. Dígame, ¿en qué mundo vivimos? ¿por qué tenemos esto?».

Mi respuesta a Vladimir fue sencilla: Se nos da esta horrible situación para que la sintamos y podamos decidir cómo queremos vivir. Somos nosotros los que construimos nuestra realidad. Por eso, a pesar del dolor, mejorarla es nuestra responsabilidad como colectivo.

Algo que podría funcionar es que pusiéramos a los «líderes» del mundo en nuestra situación. Si sintieran el mismo temor por su familia, aunque sólo fuera por una semana, su actitud cambiaría. Si también temieran el timbre del teléfono, como lo tememos nosotros, entenderían mucho mejor lo que es la guerra para los que realmente la viven.

La gente que siente esta ansiedad se vuelve más responsable. Si sus propios hijos están en peligro, es una historia diferente a cuando sus hijos están sanos y salvos, lejos de la guerra y mandan a los hijos de otros al campo de batalla.

Si ese fuera el caso, harían todo lo posible para evitar la guerra. Los responsables de la toma de decisiones que tienen hijos en el frente piensan de forma diferente a los que no tienen hijos ahí fuera; están mucho más dispuestos a advertir y actuar al servicio del interés del público que a buscar su propia gloria y prestigio.

Por eso, si me preguntaran qué les aconsejaría, ese sería mi consejo para que la guerra termine pronto.

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