Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

Ómicron, un golpe preciso de la naturaleza

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Mujer con traje protector y mascarilla, sostiene un tubo de ensayo con una muestra de análisis que se sospecha está infectada con la variante del coronavirus Omicron COVID-19 2019-nCoV. Foto de concepto. Ilustración fotográfica. (Foto de Maxym Marusenko / NurPhoto)

No hemos terminado con la variante Delta y aquí viene Ómicron. Se dice que la nueva cepa del coronavirus es cinco veces más infecciosa, pero aún no hay evidencia de que cause una enfermedad grave en la gente vacunada. La precisión de la naturaleza es asombrosa. Como un juez hábil, nos castiga por nuestros pecados. Aunque, se parece más a la advertencia educativa de un director de escuela, que a la ira de un Dios vengativo. Su lección es unidad. En la medida en que nos neguemos a aprenderla, el virus se volverá más inflexible.

Desde los albores de la civilización, hemos tratado de dominar a la naturaleza. Eso es tan inteligente como un feto que intenta dominar a su madre. Pero claro, nunca hemos sido inteligentes, excepto ante nuestros propios ojos.

Toda la naturaleza funciona en armonía, pero nosotros interferimos en cada proceso, interrumpimos y perturbamos el orden natural de las cosas, en lugar de unirnos a él, en nuestro intento de establecer las reglas. Cuando las cosas no funcionan como pensamos que lo harían, porque una máquina que no puede funcionar después de que la rompes, tratamos de arreglarla y demostrar nuestra inteligencia superior.

Estas “hazañas” están rompiendo los hilos que entrelazan a la naturaleza, destrozando el tapiz que nos sostiene a todos y desencadenando los numerosos fenómenos adversos que hemos estado sintiendo. El más reciente de estos fenómenos adversos es Covid, pero si seguimos ignorando las reglas básicas de la naturaleza -reciprocidad y equilibrio- no será el último y ciertamente, no el peor «azote» que la naturaleza nos dará.

Si queremos cambiar de rumbo y realmente mejorar nuestra situación, debemos comenzar por nuestra actitud. No podemos mantener una actitud egoísta y esperar que funcione en un entorno diseñado para el bienestar de la comunidad.

La naturaleza es un todo integral. Sus partes están interconectadas. Si una parte es disfuncional, toda la naturaleza es disfuncional. Por eso, la naturaleza mantiene el bienestar de todos sus elementos y no sólo de esta o aquella especie de animal, vegetal o mineral.

Todas las especies obedecen esta ley de reciprocidad, excepto el hombre, es decir, somos el único elemento disfuncional de la naturaleza. En otras palabras, todos los fenómenos negativos que estamos viviendo son obra nuestra, creada por nuestra mentalidad egoísta.

Por eso, para vivir una buena vida, no necesitamos cambiar nada en la realidad misma; necesitamos cambiar nuestro pensamiento. Si pensamos en la unidad en lugar de la individualidad, beneficiaremos a todos, incluidos nosotros mismos. Si vemos el bienestar de la humanidad y de la naturaleza como parte integral de nuestro propio bienestar, veremos la realidad, como realmente es y nuestras acciones serán igualmente exitosas. Una mentalidad colectiva es la única forma de prosperar en un mundo construido como un colectivo. Nuestra actitud actual únicamente nos traerá fatalidad.

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