Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

Nuestra locura tiene un propósito

locura propósitoUna de las preguntas más desconcertantes que acechan a la humanidad es, por qué la especie más inteligente del planeta no puede vivir de forma inteligente. Después de cada cataclismo autoinfligido, analizamos, reflexionamos y sacamos conclusiones para evitar que se repita. Sin embargo, cada vez, sin falta, volvemos a caer en las mismas trampas de la vanidad y de la miopía que nos llevan a otro cataclismo, ¿por qué la especie más inteligente debe seguir recorriendo este camino de locura?

La respuesta sorprendente a esta pregunta no está en nuestra constitución ni en nuestro intelecto. La respuesta está en nuestro propósito, en el propósito de nuestra vida.

Si nos desarrolláramos de acuerdo con las leyes de la evolución de Darwin, es decir, de forma natural, no cometeríamos ningún error en nuestro comportamiento, así como los animales que saben cuándo y cómo actuar y las especies sobreviven millones de años con muy pocos cambios.

Pero para los humanos, hay otra meta además de la vida física. Estamos destinados a convertirnos en omniscientes en conocer y comprender todo lo relacionado con la Creación: por qué existe, cómo persistir y cómo alcanzará nuestro objetivo.

Para entender cómo funciona, necesitamos conectarnos conscientemente con todo. Así como la evolución avanza de lo simple a lo complicado, de las criaturas unicelulares a los trillones de células que trabajan al unísono para sostener grandes cuerpos como el nuestro, nuestra conciencia debe evolucionar gradualmente y pasar de centrarse sólo en nosotros mismos, a centrarse en la humanidad, luego en el planeta y finalmente, en todo lo que existe.

Ya estamos conectados, pero no somos conscientes y por lo tanto, nos comportamos como si no lo estuviéramos. Mientras que los animales siguen sus instintos y no rompen las conexiones entre las partes de la realidad ni causan daño, nosotros seguimos nuestros caprichos y hacemos lo que se nos ocurre. Como nuestra mente no percibe la conectividad de la realidad e incluso, dado nuestro ego, se resiste a percibirla, actuamos como si pudiéramos ignorar la realidad y hacer lo que queramos. El resultado es el mundo caótico en el que vivimos, en el que cada uno intenta imponer su voluntad a los demás o destruirlos.

Por eso, el propósito del caos es que reconozcamos nuestra locura. Es hacernos ver que, nos guste o no, somos responsables de todos y cada uno es responsable de todos. Si no entendemos nuestra conexión y no empezamos a comportarnos con la debida consideración, lo destruiremos todo.

Además, a menos que reconozcamos nuestra conexión y actuemos como corresponde, no percibiremos lo que se pretende que percibamos. No podremos entender el mundo en el que vivimos ni cómo subsiste ni por qué. De hecho, estamos en un punto en el que nuestra existencia física y nuestro desarrollo espiritual son interdependientes. Sólo si desarrollamos nuestra mente, el cuerpo podrá sobrevivir.

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