Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

Los asustados niños de la guerra

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Niños ven por la ventana de un autobús, tras huir de Ucrania a Rumanía, tras la invasión rusa a Ucrania, en el paso fronterizo de Siret, Rumanía, 12/mar/22. REUTERS/Clodagh Kilcoyne

Todas las guerras son horribles, pero una guerra con víctimas civiles, lo es mucho más. De estos civiles, los niños son los más vulnerables. La guerra en Ucrania marcará a sus niños y los cambiará para siempre. Aunque, creo que sembrará en ellos la convicción de que la guerra no trae nada bueno y que no hay forma de justificar el daño y el dolor que inflige.

En el pasado, las guerras significaban ocupación, saqueo de posesiones y esclavitud del cautivo. Hoy, conquistar otro país no tiene ningún beneficio. ¿Qué harás una vez que hayas conquistado la capital? Tendrás que reconstruirla después de haberla arruinado tú mismo. El avance de la tecnología, el comercio y la industria internacionales, han hecho que la guerra sea irrelevante como medio para obtener suministros y riqueza. Hoy, la guerra es simplemente redundante y creo que los niños de hoy lo perciben muy profundamente, por sus padres y por todo lo que ellos mismos están viviendo. Explosiones, sangre y cadáveres en la calle, frío cortante, miedo e incertidumbre hieren su alma y dejarán cicatrices a sus hijos y a los hijos de sus hijos.

Incluso los niños que no están bajo la amenaza directa de cohetes y bombas, sienten lo que está sucediendo. La humanidad es un solo cuerpo; cuando los órganos de ese cuerpo luchan entre sí, todo el cuerpo sufre y aprende las lecciones. Por eso, espero que las lecciones que los niños de la guerra están aprendiendo con dolor, se hundan en la conciencia de toda la humanidad y todos, en todo el mundo, comprendan y sientan lo inútil que es la guerra.

La siguiente generación sentirá que, en lugar de luchar, sería mejor complementar las necesidades de los demás. Sabrá que sólo con cooperación, el mundo podrá tener éxito.

El conocimiento que los niños de hoy están ganando, no tiene precio. Lo único que lamento es que sea con tanto dolor. Ojalá pudiéramos enseñarles con una educación simple, pero la vida eligió para ellos un modo de enseñanza diferente.

Aun así, si podemos entender lo que la realidad nos enseña -que la fuerza bruta ya no conduce a la victoria, que se necesita colaboración y complementación mutuas- sin sentir, de primera mano, la fuerza bruta, nos ayudará a hacer la transición a un nuevo estado mental, en el que la guerra no forme parte del paradigma. Nos ayudará y ayudará aún más a nuestros hijos.

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