Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

Las complejidades de la conexión entre apariencia y felicidad

conexión felicidadDado que adolescentes y adultos jóvenes pasan gran parte (demasiado) de su tiempo en TikTok, Instagram y otras plataformas de redes sociales, la avalancha de videos de jóvenes atractivos da forma a su deseo de verse así. Con su imagen corporal moldeada y tallada por las curvas de las modelos, un aluvión de mensajes les dice a nuestros niños: “¡No te ves lo suficientemente bien! ¡Necesitas perder peso! ¡Tienes que levantar más pesas!”. Y como su imagen corporal nunca puede cumplir con el estándar establecido por las redes sociales, están condenados a una frustración e inseguridad incurables. Si no fuéramos seres sociales, no nos importaría la apariencia. A los animales no les importa. Sólo les importa su fuerza física.

Para nosotros, la apariencia lo es todo. No podemos ir a ninguna parte ni lograr nada sin cumplir con el estándar visual requerido. Cualquiera que sea nuestra sociedad, creemos que debemos imitarla, de lo contrario, nos sentiremos excluidos. Por eso somos tan inseguros acerca de nuestra apariencia.

Los estándares de la sociedad son creados por películas, series de televisión e imágenes poco realistas y retocadas. Nosotros no podemos alcanzar ese punto de referencia inalcanzable y nos sentimos inseguros y frustrados. Si no fuera por la influencia de los medios, estaríamos mucho más relajados y nuestra apariencia nos afectaría mucho menos.

Sin la influencia del entorno, por la mañana nos lavaríamos la cara y las manos y ahí concluiría nuestro “acicalamiento”. Pero no podemos conformarnos con esto; tenemos que ducharnos, afeitarnos, maquillarnos, revisar el guardarropa y hacer todo lo que hacemos, sólo para sentirnos lo suficientemente presentables. Actualmente es igual para hombres y para mujeres. En una generación donde la apariencia lo es todo y la sustancia no indica nada, no tenemos más remedio que cumplir.

Mi maestro, RABASH, solía decir que si tuviera la opción, nunca dejaría sus pijamas. Son cálidas, cómodas, con bolsillos grandes, ¿qué más podría pedir?

La gente en islas solitarias, siempre se ve desaliñada. No es porque sea pobre y no pueda afeitarse ni ducharse ni comprar ropa, pero como está sola, no tiene necesidad de impresionar a nadie ni ningún código de vestimenta. Por eso, no toma en cuenta su apariencia. Podría ser fuerte y saludable, pero parecer un desastre, pues la apariencia es sólo para los demás. La importancia de la apariencia no inicia en la adolescencia. Incluso los niños de tres años lo sienten. Puede que a esa edad no lo entiendan, pero ya influyen en ellos los códigos sociales.

Es igual con adultos y con niños. Si queremos que aumente la importancia de la sustancia sobre la apariencia o de la personalidad sobre el aspecto, debemos inculcar estos valores en la sociedad. Como resultado, en esa sociedad se adoptará esa línea de pensamiento.

Por el contrario, si queremos que nuestros hijos encajen en el código social de apariencia, para que sean populares en su grupo, tenemos que hacerlo con mucho cuidado. Por ejemplo, si una niña tiene sobrepeso, pero no puede mantener una dieta, no debemos decir nada de su peso. Por el contrario, debemos ayudarla a aceptarse tal como es. Pero, si sabemos que podemos ayudarla a mejorar su imagen entre sus amigos, debemos alentarla a que lo haga. De cualquier modo, una persona segura de sí misma, no será menospreciada. Nadie se burla de la apariencia de los que parecen estar cómodos con ella.

En cuanto a la apariencia estética, es una historia diferente. No creo que debamos vernos despeinados ni arrugados ni sucios, si estamos en sociedad. No debemos ser repulsivos, debemos mantener una apariencia agradable para los que nos rodean. Pero, no tiene nada que ver con la apariencia, sino con la consideración y el respeto por los que nos rodean. Eso es cierto, no solo para mí, también para mis hijos; ellos también deben estar presentables.

En conclusión, si queremos evitar frustración e inseguridad innecesarias, debemos tener una imagen corporal más equilibrada en la sociedad, una que no requiera que nadie muera de hambre ni que haga ejercicio hasta agotarse.

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