Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

La Naturaleza contra la naturaleza humana

naturaleza humanaUna de las últimas armas que las superpotencias están compitiendo para desarrollar, son los misiles hipersónicos. China, Rusia y EUA, están desarrollando misiles que pueden volar a más de cinco veces la velocidad del sonido (más de 1 milla por segundo), eso los hace muy difícil de interceptar. Otra tendencia son las pistolas láser, que pueden derribar aviones o volar vehículos casi sin costo ni esfuerzo, básicamente es un haz de luz concentrado. Lo sorprendente de estos desarrollos es que la ciencia toma los principios naturales que permiten la vida y la evolución y, los convierte en instrumentos de muerte y destrucción, para dominar y abusar de los demás La naturaleza humana, al parecer, es exactamente lo contrario de la Naturaleza y en el conflicto, todos sufren.

En la Naturaleza, todo funciona en perfecta armonía. La evolución es un proceso de homeostasis, es decir “equilibrio dinámico”. Ningún ser destruye a propósito a otro, sólo se esfuerza por vivir. En la lucha entre los elementos de la Naturaleza, se forma un equilibrio dinámico que asegura la existencia y prosperidad del universo y todo lo que hay en él.

El hombre, por otro lado, toma las leyes de la Naturaleza que descubre y busca usarlas contra otros. El objetivo del hombre no es sostenerse a sí mismo, sino dominar a los demás y por el mayor tiempo posible. No hay equilibrio en la mente del hombre, ni dinamismo. Hay ensimismamiento permanente.

Pero como la vida es un cambio perpetuo y dinámico, su ausencia es la muerte. Por eso, la naturaleza humana causa muerte, mientras que la Naturaleza genera vida.

Podemos firmar tratados de paz y acordar no pelear, pero nunca cumplimos nuestra palabra. La propia naturaleza humana nos impulsa a romper cada contrato que firmamos, tan pronto como vemos oportunidad de ganar más de lo que acordamos, sin arriesgar ganancias previas.

Por eso, la única solución para tener un mundo, que el hombre no destruya con su naturaleza despiadada e inherentemente malvada, es cambiar la naturaleza humana. Podemos retroceder en el pensamiento, pero dado que, como podemos ver, nada funciona, finalmente no tendremos más remedio que aceptar cambiar el núcleo mismo de nuestro ser.

Aunque en la Naturaleza todo funciona en armonía, no podemos verlo porque somos justo lo contrario. La sociedad humana es una cacofonía de individuos que luchan entre sí por ser superiores. La Naturaleza, por otro lado, es un orden perfectamente orquestado. Si hubiera un ápice de armonía en nosotros, veríamos que todo, menos nosotros, es armónico.

Nuestra única opción es buscar esa armonía. Podemos esperar hasta que no tengamos otra alternativa porque ya probamos todas las opciones opresivas que se nos ocurrieron y todas fallaron o, podemos intentar buscar armonía ahora.

La armonía puede sonar poco atractiva, porque no me da superioridad sobre los demás, pero sus beneficios van mucho más allá de cualquier cosa que cualquiera pueda lograr por sí solo. Armonía es que todos apoyan a todos. Como resultado, en lugar de trabajar sólo para mí, trabajo para los demás y los demás trabajan para mí.

Básicamente, no es muy diferente de la forma en la que funciona el mundo. Sin darnos cuenta, todos creamos mucho más de lo que consumimos y el exceso de producción debería servir a todos. Dado que así opera la humanidad, el resultado debería ser que hay abundancia para todos. La razón por la que hay lugares donde hay escasez, no es porque falte algo en el mundo, sino porque se niega a los demás lo que necesitan, para usarlos, humillarlos y dominarlos. Para ver los beneficios de que todos trabajen para los demás, no necesitamos cambiar nuestra percepción, sino nuestra intención: incluir a todos en mis intenciones, en lugar de sólo a mí mismo.

Si hacemos un esfuerzo consciente y orquestado, para cambiar, podremos hacerlo. Los resultados estarán más allá de nuestros sueños más salvajes, pero todos debemos comprometernos. A medida que el mundo es un caos cada vez más intenso, es más difícil ignorar la necesidad de armonizar nuestras relaciones. La única pregunta es, cuánto tiempo queremos luchar contra la Naturaleza, hasta que confesemos la derrota y aceptemos cambiar nuestra naturaleza humana.

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