Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

La locura de la guerra

Últimamente se habla mucho de crímenes de guerra. La definición de crimen de guerra es muy amplia y hay muchas injusticias que entran en la categoría de crímenes de guerra. Lo que solía ser habitual para los conquistadores del pasado, ahora, a menudo, se considera crimen de guerra. Para erradicar los crímenes de guerra, debemos abolir la guerra. Pues, actualmente es irreal, deberíamos, al menos, perdonar a los que no están implicados, es decir, niños, mujeres y ancianos. Ese sería un primer paso en la dirección correcta.

En la antigüedad, el rey victorioso saqueaba y tomaba todo lo que tenía el rey rival. Se consideraba derecho inalienable del triunfador y la recompensa se daba por sentada.

A medida que la moral de la humanidad evolucionó, determinó que ese comportamiento era inaceptable. Pues, gran parte de la población no toma ninguna decisión ni participa en los combates, esa parte debe ser excluida del castigo. En particular, se refería a los niños -que ni siquiera entienden qué es la guerra-, a las mujeres -que no participan en la guerra- y a los ancianos -que no pueden participar en los combates. En total, entre el 70 y 80% de la población debería estar exenta de castigos o represalias. Esta población, también es el objetivo principal de las normas que definen los crímenes de guerra, para proteger a esa población vulnerable y no implicada.

En épocas anteriores, las guerras eran en gran medida por territorio, porque la tierra significaba cultivos y los cultivos provisión y riqueza. Pero hoy, el territorio no tiene ningún papel en determinar la riqueza de un país y los únicos incentivos que quedan para la guerra son prestigio y autoglorificación.

Aunque es comprensible que se gane renombre por ser un gran comandante en el campo de batalla, las guerras de hoy se libran a menudo en ciudades, en zonas civiles y la mayoría de las víctimas son precisamente la población que no tiene nada que ver con la guerra: niños, mujeres y ancianos. ¿Cómo va a ayudar a ganar la guerra un cohete que derriba un edificio de viviendas?

La mentalidad egoísta de contratar soldados para que luchen en mi guerra y gastar el presupuesto en armas de alta tecnología, demuestra que mi ideología es completamente irracional. ¿Qué relación hay entre mi ideología y matar a otras personas que pueden creer en otra cosa o no creer en nada en absoluto y sólo quieren vivir, tener hijos y paz?

En todo caso, esa mentalidad hace que mi ideología sea fundamentalmente defectuosa. Pues, si el resultado de mi ideología es aspirar a aniquilar las demás escuelas de pensamiento y acabar con la gente que cree en ellas, mi ideología es intrínsecamente injusta.

La solución a la locura de la guerra llegará hasta que derrotemos a nuestro rey: nuestro propio ego. Poco a poco nos acercamos al entendimiento de que el ego está llevando a la humanidad al borde del precipicio. La cuestión es si nos daremos cuenta a tiempo de que: si dejamos que siga gobernando, nos destruirá a todos y si esperamos verlo con nuestros propios ojos, no hay límite para lo que el ego puede hacer. Si esperamos, las atrocidades que hemos visto hasta ahora, serán el cielo comparado con el infierno que el ego nos traerá.

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