Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

El saludo hitleriano de estudiantes canadienses demuestra un antisemitismo arraigado

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[Una escuela secundaria Maplewood, Toronto – sin conexión con los hechos]

Hace algunas semanas, “a una maestra judía, hija de sobrevivientes del Holocausto, en su clase, la rodearon estudiantes saludando Heil Hitler, sucedió en una escuela de North York”, informó Toronto City News. No es el primer caso de este tipo en Canadá. CBC informó que este mes, es el “tercer incidente que involucra a estudiantes que hacen saludo nazi dentro del Distrito Escolar de Toronto”. Puede sorprender a algunos que haya antisemitismo en Canadá, pero no debería. El odio a los judíos se está extendiendo muy rápido y proliferará en todo el mundo, hasta que los judíos tomemos las medidas necesarias para eliminarlo.

No debería sorprendernos que haya antisemitismo en Canadá, pues muchos de sus residentes proceden de naciones inherentemente antisemitas de Europa. Las exhibiciones que vemos, sólo expresan lo que, hasta hoy, se ha mantenido oculto en el corazón, pero nada fundamental ha cambiado en el sentimiento hacia los judíos.

Además, el antisemitismo no desaparecerá hasta que lo sequemos de raíz. Dado que el odio a los judíos lo expresan no judíos, les atribuimos su origen. Pero no son el origen. Nuestros propios sabios nos dicen innumerables veces que cuando nos odiamos entre nosotros, provocamos el odio del mundo. Incluso si no lo sentimos, la presencia misma del antisemitismo significa que hay odio entre nosotros, aunque sea encubierto.

Nuestros sabios se refirieron al menosprecio entre judíos como, Sinaat Himam (odio infundado). Explicaron que eso fue lo que causó nuestra caída en los días del Segundo Templo y en el exilio de la Tierra de Israel. Aunque le llamamos odio mutuo, en esencia, es la misma dolencia que nos destruyó hace dos milenios.

Por eso, podemos usar el antisemitismo como sensor para nuestro menosprecio. Incluso cuando no lo sentimos, si hay antisemitismo, quiere decir que nos odiamos unos a otros. En consecuencia, el antídoto contra el antisemitismo es fortalecer la unidad judía. Es la acción que debemos tomar.

Siempre lo hemos sabido y siempre lo hemos desdeñado, incluso frente a los peligros más perversos. En 1929, el doctor Kurt Fleischer, entonces líder de los liberales en la Asamblea de la Comunidad Judía de Berlín, afirmó que “el antisemitismo es el flagelo que Dios nos ha enviado para unirnos y fusionarnos”. Lamentablemente, no sucedió y no nos unimos.

En estos días, cuando el antisemitismo asoma una vez más su fea cabeza, no debemos olvidar que tenemos la llave que puede encerrarlo para siempre, esa llave es nuestra propia unidad. Si nos vemos unos a otros con buenas intenciones, bloquearemos el antisemitismo del mundo. Si seguimos tratándonos con desprecio, aversión y presunción, como lo hacemos a menudo, la puerta al odio a los judíos se abrirá por completo y un tsunami de antisemitismo caerá sobre nosotros.

Más sobre este tema en mis libros  Como un Manojo de Cañas: Por qué la unidad y la responsabilidad mutua están hoy en la agenda del día y La elección judía: Unidad o antisemitismo, Hechos históricos sobre el antisemitismo como reflexión sobre la desunión social entre judíos.

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Publicado en: Judíos, News

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