Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

El amor que la ciencia no puede explicar

amor conexiónCuando Lawrence Anthony, aclamado conservacionista, que llegó a ser conocido como «El susurrador de elefantes», falleció en 2012, ocurrió algo sorprendente: Después de estar mucho tiempo en la naturaleza, los elefantes que Anthony había salvado años antes, marcharon 12 horas hacia a su casa para llorar su fallecimiento. Según la BBC One, los elefantes «estuvieron dos días allí, en silencio». Y lo más sorprendente: «Exactamente un año después de su muerte, la manada volvió a su casa». La ciencia no lo puede explicar».

El mundo en el que vivimos está conectado de formas que no comprendemos, pero que poco a poco vamos aprendiendo. Nuestro ensimismamiento quiere que nos centremos sólo en nosotros mismos, pero la realidad nos obliga a ver fuera y nos enseña que, afuera, hay mucho más que encontrar.

Como lo demuestran los elefantes de Anthony, toda la naturaleza siente su conexión y vive según sus dictados. Los seres humanos, sin embargo, carecen de ese sentimiento, por eso actúan como si estuvieran solos en el mundo.

Sin embargo, la civilización está cada vez más conectada de acuerdo con la realidad y nos obliga a reconocer que nosotros también dependemos de los demás y estamos conectados con ellos. Hoy estamos aprendiendo que más allá de la conexión física, está la conexión virtual. Mañana aprenderemos que también emocionalmente estamos conectados, que compartimos y proyectamos, no sólo acciones ni bits de datos, también pensamientos y deseos, incluso sin verbalizarlos.

Finalmente descubriremos que nuestra conexión es aún más profunda que las emociones: es espiritual. Todos somos un solo ser, cuyos órganos y células, somos nosotros, toda la creación. Por eso, los elefantes saben cuándo acudir a presentar sus respetos a su salvador y volver allí justo al año siguiente.

Cuando nos sentimos unos a otros, podemos trabajar de forma armónica, de manera que todos nos beneficiemos. Si sintiéramos nuestra verdadera realidad, nunca cometeríamos errores, nunca haríamos daño a nadie y nadie nos haría daño, pues nos sentiríamos como uno solo. ¿Por qué se nos niega un conocimiento tan vital, que toda la naturaleza, excepto nosotros, parece poseer?

La naturaleza actúa por instinto. Los humanos carecen de la mayoría de los instintos que tienen los animales. Debemos aprender todo desde cero, con nuestro propio esfuerzo y la enseñanza de nuestros padres y maestros. Hay una razón para ello: cuando aprendemos con nuestro esfuerzo, podemos comprender con más profundidad, el mundo y la realidad.

Lo mismo ocurre con el conocimiento de nuestra interconexión y lo que conlleva. Al carecer del sentido de interconexión, debemos desarrollarlo con nuestro propio esfuerzo. Lo que los elefantes perciben de forma natural, nosotros debemos desarrollarlo laboriosamente. Sin embargo, al hacerlo, comprendemos cómo funciona todo y adquirimos una percepción profunda de nuestra vida. En otras palabras, nuestra ignorancia nos permite alcanzar el propósito de la vida, pero hasta que lo logremos, somos una amenaza para el mundo.

Hay dos formas de alcanzar el propósito de la vida: una es dejar que la naturaleza siga su curso. Podemos dejar que nos ahogue en inundaciones, que nos queme en incendios, que nos aplaste bajo las ruinas de los terremotos o que nos enfrente hasta la muerte. La otra forma, es aprender los caminos de la naturaleza, que todo funciona en conexión y armonía y empezar a cambiar nuestras relaciones, de acuerdo con lo que aprendemos. A medida que «practicamos» bondad, nos volvemos más amables y desarrollamos sentimientos más profundos hacia la gente y el mundo que nos rodea.

Realmente, la práctica hace la perfección. Podemos construir estructuras sociales, como pequeños grupos, donde «practicaremos» la interconexión y la preocupación mutua. A medida que desarrollemos estas habilidades en nuestra psique, empezaremos a sentir a los demás en niveles cada vez más profundos.

Si lo hacemos, descubriremos lo que permite a los elefantes saber cómo se sienten los demás, pues nosotros también nos volveremos sensibles y conscientes. Además, comprenderemos el «pensamiento», la «lógica» que hay detrás de una creación tan compleja y a la vez, tan inexorablemente conectada y el gran conocimiento y poder que da a quienes lo captan.

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Publicado en: News
Un comentario sobre “El amor que la ciencia no puede explicar
  1. Rosa María Lomeli Delgado dice:

    Gran verdad!!!!! Muchas gracias. DIOS los bendiga grandemente.

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