Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

De la inanición a la revolución

de la inanición a la revolución
REUTERS: Islamabad, Pakistán. Autoridades del Programa Mundial de Alimentos de la ONU (PMA) trabajan para entregar alimentos a las familias más vulnerables. Este viernes (9), el PMA recibió el Premio Nobel de la Paz, lo anunció el Comité del Nobel en Oslo, subrayando que la necesidad de soluciones multilaterales a problemas importantes como el hambre, es «más evidente que nunca»

Incluso antes del estallido de Covid-19, millones de personas ya estaban al borde de la inanición. Ni los cupones de alimentos ni la vivienda subsidiada, son solución. El coronavirus empeoró las cosas, día a día la situación se vuelve más precaria. La sociedad está al límite y si se desata el infierno, ninguna administración podrá restaurar el orden en las calles.

Tampoco tiene sentido buscar un chivo expiatorio; si realmente queremos culpar a alguien, debemos vernos en el espejo. Nosotros y nuestros padres, arruinamos el mundo para nosotros y para nuestros hijos. Míranos: la mitad del mundo tiene sobrepeso, la otra mitad muere de hambre. Es el reflejo exacto de nuestro ego, alienación y sentido imprudente de derecho.

Este ego, este sentido sin fundamento de derecho, es la raíz de todos nuestros problemas. Peor aún, el egoísmo nos oculta que es nuestro mayor y de hecho, nuestro único problema. Nos engaña, nos hace pensar que otros son la causa de nuestra desgracia y egoístamente, caemos en esa mentira tan conveniente. Pero si, imprudentemente, tratamos de ganar más y acumular más y juzgamos lo que tenemos, no por lo que necesitamos, sino porque tenemos más que otros, agotaremos y arruinaremos nuestro planeta por completo. Ya estamos muy cerca de lograrlo. El estallido del virus fue sólo un síntoma de un mundo en colapso que perdió el equilibrio y ya no puede sostener a sus habitantes: la humanidad.

Según Sally Davis, ex directora médica en Inglaterra, “habrá una próxima [pandemia]. La Covid-19 no es la primera ni la última emergencia sanitaria a la que nos enfrentaremos. Mis compañeros científicos estiman que nos enfrentaremos a una pandemia o emergencia sanitaria, al menos una vez cada cinco años, a partir de ahora. Existe la posibilidad de que este sea el escenario optimista. La realidad podría ser mucho peor». Por eso tenemos que cambiar de rumbo ahora, antes de que sea demasiado tarde.

Dado que el egoísmo es la raíz de nuestros problemas, debemos abordarlo y controlarlo si queremos dejar algo para la siguiente generación. Tenemos que entender que dependemos unos de otros. Si uno está enfermo, todos están enfermos. Si uno se comporta de manera irresponsable, todos sufren. El único “derecho” que realmente tenemos es comportarnos responsablemente, ser considerados con los demás para poder seguir viviendo a un nivel soportable, primero y de ahí, empezar a mejorarlo.

Pero como somos egoístas y los egoístas sólo son considerados con las personas que les importan, no tenemos más remedio que aprender a cuidarnos unos a otros. Como mínimo, debemos buscar cambiar la forma en la que nos sentimos mutuamente, del sentimiento negativo actual a un sentimiento más neutral y finalmente, a uno positivo. Una vez más, esta no es una fantasía utópica; ¡es la condición de la existencia!

Tenemos que revolucionar toda nuestra percepción de la humanidad. No podemos permitirnos seguir pensando en nosotros mismos como una colección de individuos separados; tenemos que tratar de percibirnos como una entidad única que se ocupa de todos sus órganos. Si no lo hacemos, los que están a nuestro alrededor pronto comenzarán a ocuparse en matar a los demás a su alrededor.

No debemos pensar que somos demasiado débiles o pequeños para hacer la diferencia. Cada uno puede hacerlo en su círculos más cercanos, el impacto acumulado será lo suficientemente fuerte como para sacar el carro del barro y comenzar a llevarlo en la dirección correcta.

Estamos en un punto de inflexión. Si empezamos a usar armas de fuego contra otros, caeremos en una guerra civil. Pero si controlamos nuestro ego furioso, entenderemos que dependemos de los demás (aunque nos disguste la idea) y quizá, si apreciamos la vida, anhelaremos aprender a cuidarnos unos a otros. A partir de ese momento, se nos abrirá el camino para revertir la tendencia y comenzar a elevar a la humanidad y a nuestra vida personal a otros niveles que se pueden alcanzar.

Podemos tener paz, abundancia, salud y seguridad. Pero debemos recordar que, si no todos lo tenemos, ninguno lo tendrá. Es la ley de todos los ecosistemas y se aplica con la misma rigidez a cada uno de nosotros.

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