Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

¿Cuándo terminarán las conspiraciones contra los judíos?

odio a los judíos conspiraciones antisemitismoEl último invento sobre los judíos es que nos beneficiamos de la propagación del coronavirus. Exactamente ¿quiénes son esos especuladores judíos? ¿son todos ellos o sólo los que lo traman? Para los que odian, no importa. Lo único que importa es que la palabra «judío» se une una vez más a la palabra «culpa».

Esto no es nuevo. Se nos ha acusado de todos los males que ha sufrido la humanidad. Todo lo que molesta, ofende, hiere o desagrada a la gente, a menudo lo atribuyen a los judíos. Los judíos han sufrido libelos de sangre, como hornear Matzá (pan de Pésaj) con sangre de niños cristianos. En la Edad Media, fueron acusados ​​de envenenar pozos. Más tarde, se dijo que dominaban el comercio de esclavos de África a EUA y siempre se les ha acusado de deslealtad a los países donde viven.

Cuando se trata de plagas, puedes estar seguro de que la culpa será de los judíos. Se nos acusó de causar la Peste Negra en el siglo XIV, de propagar el SIDA en el siglo XX y en este siglo, se nos acusa de propagar la Covid-19.

Los judíos también fueron acusados ​​de manipular los medios de comunicación para satisfacer sus necesidades y la innovación también ha creado un nuevo tipo de libelo de sangre, acusan a los judíos de hurto de órganos. Además, a menudo los judíos son acusados ​​de «crímenes» conflictivos. Los comunistas los acusaron de crear el capitalismo; los capitalistas los acusaron de inventar el comunismo. Los cristianos acusaron a los judíos de matar a Jesús y el filósofo francés François Voltaire los acusó de inventar y difundir el cristianismo.

En resumen, cualquier cosa con la que la gente no esté de acuerdo, culpa a los judíos de su invención. Como si no fuera suficiente, los judíos también han sido etiquetados como belicistas y cobardes, racistas y cosmopolitas, sumisos e inflexibles y más, hasta el infinito.

Sin embargo,  que el antisemitismo sea irracional, no indica que no tenga fundamento, que no tenga una raíz que lo cause. De hecho, pensar que no hay razón para el antisemitismo es tan irracional como el mismo antisemitismo. Así como no hay humo sin fuego, nada puede suceder sin que haya algo que lo provoque. En el caso del odio a los judíos, ese algo ha estado alimentando el fuego durante milenios. Por eso, dado que es claro que hay una causa, debemos encontrarla, tratarla si podemos y curarla antes de que las llamas estallen una vez más y asesten otro golpe sobre nuestra gente.

¿Cómo terminará el odio a los judíos? Creo que podemos encontrar respuesta en las palabras del doctor Kurt Fleischer, líder de los liberales en la Asamblea de la Comunidad Judía de Berlín, en 1929, antes de que los nazis llegaran al poder argumentó, «el antisemitismo es el flagelo que Dios nos envió para unirnos y soldarnos».

Establecimos nuestra nacionalidad cuando nos comprometimos a unirnos “como un hombre con un corazón”; fuimos dispersados ​​y exiliados por odiarnos unos a otros sin motivo; y recuperaremos nuestra nacionalidad cuando restauremos nuestra unidad. Fuimos elegidos para dar ejemplo, para ser “luz para las naciones” y ninguna declaración de que somos como los demás ayudará. Nos “eligieron” no por nuestra ciencia, cultura o ingenio.

Le dimos al mundo a Albert Einstein, Sigmund Freud y Leonard Bernstein. Una cuarta parte de los premios Nobel son judíos, aunque somos sólo el 0.2% de la población mundial, pero ¿alguien está agradecido? Aún no escucho los aplausos.

El mundo no nos agradece nuestra contribución en estos campos, porque esa no es la contribución que espera de nosotros. El mundo no es ingrato; está insatisfecho porque no obtiene lo que realmente necesita de nosotros: el ejemplo de unidad.

Nuestros sabios siempre nos han dicho que cuando estamos unidos, somos tan fuertes que nadie puede derrotarnos. Es cierto no por nuestro poderío militar, sino porque nuestra unidad invierte el odio de las naciones hacia nosotros, en respeto y gratitud.

Mientras más dividido esté el mundo, más antisemita se vuelve. No es un proceso consciente, es una reacción instintiva natural por parte de un mundo que espera un ejemplo de unidad y sólo puede darlo el grupo designado para hacerlo: el pueblo judío.

No necesitamos luchar contra el antisemitismo; es una pérdida de tiempo. Necesitamos luchar contra nuestro odio mutuo. Es la única cura para el creciente odio a los judíos y para las nubes de tormenta que, una vez más, se acumulan alrededor del pueblo judío.

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Publicado en: Antisemitismo, Judíos, News

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