Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

¿Cuál es la verdadera fuente de la felicidad?

La Cabalá es un método que nos enseña a crear una sociedad conectada positivamente con personas felices en equilibrio con la naturaleza.

Todo el mundo quiere ser feliz. Hay innumerables interpretaciones sobre qué es la felicidad, cómo ser felices, cuál es la fuente de la felicidad y, sin duda, si pudiéramos identificar una fuente genuina de felicidad, confiaríamos en una meta a la que aspirar.

En este análisis sobre la fuente auténtica de felicidad, examinaremos:

  •         Si realmente existe una fuente auténtica de felicidad.
  •         Si la felicidad es subjetiva y relativa para cada persona o si puede haber una fuente de felicidad común para todos.
  •         Cómo los roles de la sociedad y sus valores juegan en nuestra felicidad.
  •         Qué impide que seamos felices todo el tiempo.
  •         El papel que juega la naturaleza humana en nuestra felicidad.
  •         Definir una fuente auténtica de felicidad y el tipo de transformación necesaria para experimentarla.

¿Realmente existe una fuente auténtica de felicidad?

¿Es la felicidad subjetiva y relativa para cada persona o puede haber una fuente de felicidad común para todos?

Para analizar estas preguntas es importante que nos veamos a nosotros mismos como una especie social –tomando en consideración nuestras vidas en relación con los demás–, y entendiendo que la calidad de nuestras conexiones influye en nuestro punto de vista y percepción de la felicidad.

El hecho de que seamos una especie social nos diferencia de los animales. En nuestra vida, somos moldeados e influidos por nuestro entorno en todo momento. Nuestro lugar de nacimiento, donde crecimos, nuestras familias, escuelas, maestros, amigos, compañeros de trabajo, así como nuestra cultura y medios de comunicación a los que estamos expuestos y con los que nos relacionamos, influyen en nuestras definiciones de lo que significa ser feliz, en cómo podemos alcanzar la felicidad y qué hacemos para conseguirla.

Muchos estudios sobre la felicidad han llegado a la conclusión de que una sociedad positivamente conectada y que proporciona apoyo constituye la base para la felicidad de sus componentes. Una base social donde todos se cuidan mutuamente –cada uno recibiendo tanto como necesite a la vez que trabaja en beneficio de todos– constituye la estructura óptima para la felicidad de cada persona.

¿Qué interfiere con nuestra felicidad?

El problema es que allá donde exista una sociedad, existirán deseos sociales, es decir, deseos de dinero, honor, respeto, fama, control, poder y conocimiento. Nuestro afán individual de satisfacer estos deseos a expensas de los demás interfieren con nuestra felicidad. Por ejemplo, si una persona quiere hacerse rica, poderosa o famosa, debe luchar continuamente para superar a los demás, y construye la búsqueda de sus objetivos alterando o destruyendo la riqueza, el poder o la fama de otros.

Además, la naturaleza humana, que es un deseo de disfrutar, funciona de tal manera que cuando nos deleitamos con algo, nuestro deseo de disfrutarlo se extingue en el momento que lo recibimos, y aparece un nuevo deseo en su lugar. Este modus operandi de la naturaleza humana nos hace sentir constantemente insatisfechos y con anhelo.

Esta fórmula que rige nuestras vidas –la búsqueda de la felicidad a costa de otros junto con la insatisfacción constante inherente a la naturaleza humana– es la antítesis de la felicidad. Por lo tanto, podemos concluir que si nuestra fuente de felicidad se limita a las búsquedas individuales de placer a expensas de los demás, nunca experimentaremos una forma de felicidad próspera y duradera. Estaremos dominados por esos deseos que se van vaciando todo el tiempo, y experimentaremos una insatisfacción cada vez mayor hasta que finalmente desistamos en nuestros intentos de abrirnos camino en la sociedad de motivaciones competitivas e individualistas.

Tener una fuerte unidad interna es una obligación para todas las naciones, y que de ese modo todos los individuos dentro de ella estén unidos entre sí por un amor instintivo. Es más, cada individuo debe sentir que la felicidad de la nación es su propia felicidad, y la decadencia de la nación es su propia decadencia… Esto significa que las personas de esa nación, que sienten esa armonía, son las que componen la nación. Y la medida de felicidad de la nación así como la sostenibilidad se miden por su calidad.

– Cabalista Yehuda Ashlag, La Nación.

La opinión pública de hoy venera la rivalidad y los logros individuales. En otras palabras, si pisoteas a tu competencia para tener éxito como individuo, te ganas el respeto. Es un síntoma que es consecuencia de los valores individualistas y competitivos con los que nos hemos educado tanto en las escuelas y universidades, como con las películas, la música, los medios de comunicación, los programas de televisión y los debates en Internet en los que participamos habitualmente. Por lo tanto, si buscamos una fuente auténtica de felicidad, primero debemos deducir que nada cambiará si nuestra naturaleza humana egoísta continúa empapándose de las influencias sociales que alimentan esta tendencia egoísta a expensas de los demás.

Incluso si lográramos determinar una fuente auténtica de felicidad que pueda satisfacer a todos –una forma ilimitada de placer que nos llene cuando nos comprometamos a dar y conectarnos positivamente con los demás– no podremos experimentar la felicidad duradera si la sociedad en su conjunto no da prioridad a valores como la generosidad, la bondad, el altruismo y la conexión positiva por encima los valores competitivos e individualistas de nuestros días.

¿Qué incrementará la conciencia de esa fuente auténtica de felicidad?

El aumento de las adversidades y problemas en la sociedad humana desempeñará su papel a la hora de aumentar la conciencia de por qué no alcanzamos una forma auténtica y duradera de felicidad. En la sabiduría de la Cabalá, ese estado se denomina “reconocimiento del mal”. Significa que los problemas y las crisis se acumulan hasta que vemos que por mucho que queramos llevar vidas felices y armoniosas, no podemos; es más, la situación empeora. Con el tiempo, nos daremos cuenta de que la solución está en un cambio radical de nuestros valores: pasar de los valores competitivos, individualistas y egoístas a otros de cooperación, conexión y altruismo. Y las instituciones educativas y los medios de comunicación que tanto influyen en nuestras vidas deben asumir la gran responsabilidad de tal transformación.

El propio surgimiento de una ciencia de la felicidad y de la psicología positiva en una época en que la depresión se ha convertido en la enfermedad más prominente en el mundo es un claro ejemplo de cómo, a medida que empeoran nuestros sufrimientos, tratamos de contrarrestarlos con un antídoto.

Precisamente en esta misma era, es cuando El libro del Zóhar, así como el cabalista más famoso del siglo XX, Yehuda Ashlag (Baal HaSulam), anticiparon que se revelaría la auténtica sabiduría de la Cabalá como un método a la disposición de todos para conducir a la sociedad hacia conexiones positivas que puedan hacer felices a todos.

La Cabalá es un método que enseña a crear una sociedad de individuos felices conectados positivamente, en equilibrio con la naturaleza. Lo hace guiando a los que se involucran en ella a través de un proceso de experimentación para conectarse a otros con el fin de atraer la fuerza de conexión que se halla en la naturaleza y que puede hacernos cambiar para que seamos más considerados entre nosotros. Por lo tanto, el hombre aprenderá a anhelar no solo a alcanzar su propia felicidad, sino también la de los demás. Y entonces podremos establecer una sociedad humana en armonía que garantizará la felicidad de cada individuo.

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