Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

Coronavirus: una lección de responsabilidad mutua

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Staff in protective suits spray disinfectant on the Light Rail Transit (LRT) train after Indonesia confirmed new cases of coronavirus disease (COVID-19), in Palembang, South Sumatra, Indonesia March 10, 2020 in this photo taken by Antara Foto. Antara Foto/NovaWahyudi/ via REUTERS ATTENTION EDITORS – THIS IMAGE WAS PROVIDED BY A THIRD PARTY. MANDATORY CREDIT. INDONESIA OUT.

¿Quién hubiera pensado que un virus y no particularmente mortal, presionaría el interruptor de matar del mundo? ¿quién hubiera creído, a principios de este año, que un germen miserable, similar a la gripe, con el nombre de una marca de cerveza, paralizaría la aviación en el mundo, colapsaría los mercados bursátiles a nivel mundial, iniciaría una guerra de precios del petróleo entre la OPEP y Rusia, sometería a países enteros a cuarentena, cerraría escuelas y universidades de todo el mundo, cancelaría eventos deportivos importantes? y todo en diez semanas.

En menos de tres meses, COVID-19, también conocido como Coronavirus, nos ha enseñado una lección de humildad ante las fuerzas de la naturaleza que nos habíamos negado a aprender durante más de un siglo. Nos enseñó que nuestras protecciones, redes de seguridad y luchas por poder y dominio, son inútiles cuando la naturaleza decide jugarnos una mala pasada.

“Sobre todo, el Coronavirus nos está dando una lección de responsabilidad mutua. Nos obliga a reconocer el doloroso hecho de que, todo el mundo, estamos interconectados y somos interdependientes».

Michael Laitman

Pero, sobre todo, el Coronavirus nos está dando una lección de responsabilidad mutua. Nos obliga a reconocer el doloroso hecho de que, todo el mundo, estamos interconectados y somos interdependientes. Porque cuando un virus que comenzó en Wuhan, China, puede matar a tus seres queridos en Chicago, Illinois, ¿no desearías que tu país no estuviera envuelto en esta guerra comercial? ¿no sería bueno que los países pudieran colaborar sólo una vez, para tomar medidas colectivas para detener la propagación del virus? ¿no sería mucho más útil darnos cuenta de que somos responsables unos de otros, aún cuando estamos al otro lado del mundo y no queremos escucharlo?

Una droga maravillosa para la Tierra

Irónicamente, este germen es como una droga maravillosa para la Tierra. Durante décadas, se nos ha advertidos del daño que el consumo excesivo le hace a nuestro planeta. Durante décadas, nos han dicho que debemos restringir nuestra codicia, el agotar excesivamente los recursos naturales y el frenesí de compras que se convirtió en nuestro pasatiempo favorito. Durante décadas, hemos ignorado las advertencias. Ahora, la naturaleza nos obliga a detenernos: sin vuelos, sin compras, sin entretenimiento. Quédate en tu casa en cuarentena y reflexiona sobre tus acciones, tu compromiso con los demás y el compromiso de ellos contigo.

En realidad, la naturaleza es amable; pudo habernos enseñado la misma lección con medidas mucho más agresivas. Pudo haber causado un desastre nuclear como el de Chernóbil o un terremoto como el que devastó la planta nuclear en Fukushima, Japón. Pudo haber hecho que el Ébola fuera mucho más contagioso y hubiera destruido a la mitad de la humanidad. Pudo haber hecho un millón de cosas que ni siquiera podemos imaginar y que destruirían a la humanidad. Pero no; nos da oportunidad de cavilar sobre cómo vivimos, para que podamos comenzar a vivir de manera más responsable unos con otros y con el planeta, que es nuestro hogar común.

Es el momento de ayudarnos mutuamente, de aprender a cuidarnos. No sucederá si lo intentamos solos, pero puesto que estamos atrapados en un bote, igual que los pasajeros del Diamond Princess en Japón y del Grand Princess en California, todos debemos abrazar la responsabilidad mutua y comenzar a cimentar una forma de vida más equilibrada y considerada. Evidentemente, la naturaleza tiene gran cantidad de medidas punitivas, mucho mayor de lo que podemos contrarrestar. Hasta ahora, ha sido misericordiosa y gentil con la humanidad; no queremos que coja el palo.

El mundo en el que vivimos ahora, es una creación de nuestra mente egocéntrica. Si no cambiamos nuestra forma de pensar, el mundo no mejorará; podemos intentar reemplazar los combustibles fósiles con energía renovable y disminuir la deforestación. Pero si, en lugar de esta actitud actual, comenzamos a fomentar la consideración y responsabilidad mutuas, nuestro mundo lo reflejará y se transformará, en sincronía con nuestro nuevo estado mental.

Está escrito, «Siembra vientos y cosecha tempestades» (Oseas 8:7). Si sembramos egoísmo, cosecharemos sus consecuencias a escala muchas veces. La crisis actual no es más que una muestra de lo que podría suceder. Pero de igual modo, si todos, a bordo de la nave llamada Planeta Tierra, sembramos cuidado mutuo y responsabilidad mutua, ¿qué cosecharíamos? ¿podemos imaginar los beneficios?

Quizá ahora, cuando todo está en espera, deberíamos tomarnos un momento para reflexionar sobre nuestra mentalidad y comenzar a reformar las relaciones en nuestra vida. Tal vez ahora sea nuestra oportunidad de revertir el curso y empezar a imaginar un camino diferente. Acaso ahora deberíamos pensar menos en términos de mí y míos y más en términos de comunidad, sociedad y humanidad. Pues, ¿quién sabe cuántos descansos más nos dará la naturaleza?


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Publicado en: News
5 comentarios sobre “Coronavirus: una lección de responsabilidad mutua
  1. Fernando dice:

    Cierto y verdad

  2. Ricardo Gutierrez Giraldo dice:

    Completamente de acuerdo con nuestro egoismo y nuestros pensamientos en negativo.tenemos responsabilidad todos .ojala despertemos.el miedo no puede triunfar

  3. Margarita López dice:

    Definitivamente un acto de responsabilidad

  4. Dolo dice:

    El planeta nos dio muchas advertencias
    hijos del rigor
    Desconectados de nosotros mismos y de la naturaleza a la que esclavizamos
    Ahora tomamos conciencia de nuestra condición
    somos uno solo

  5. Dolores dice:

    El planeta nos dio muchas advertencias
    hijos del rigor
    Desconectados de nosotros mismos y de la naturaleza a la que esclavizamos
    Ahora tomamos conciencia de nuestra condición
    somos uno solo

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