Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

Por qué no tiene esperanza la guerra de relaciones públicas de Israel

Israel guerra relaciones públicas

Imagen: El ministro de Defensa de Israel, Benny Gantz, habla durante una reunión con el secretario de Estado de EUA, Antony Blinken, en el Departamento de Estado en Washington, EUA, 3/jun/21. Jacquelyn Martin / Pool vía REUTERS

Hace algunos días, Israel proscribió a seis ONG palestinas vinculadas a la organización terrorista Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) y el mundo se levantó en armas. La administración Biden pide «más información sobre la base de esa proscripción» e Israel insiste en que «tienen fundamento», la ONU y la UE cuestionan la decisión de Israel y los partidos de izquierda, dentro de Israel, condenan la decisión del gobierno israelí, del que forman parte. Israel nunca podrá justificarse a sí mismo, sus explicaciones racionales y las pruebas sólidas son inútiles frente al odio arraigado. Mientras Israel no una sus filas, su guerra de relaciones públicas es inútil.

Cada país puede criticar las decisiones de otros países. Sin embargo, con Israel, no se trata de criticar una decisión del gobierno israelí; es una objeción inherente a la existencia misma del Estado judío. Por eso, sea lo que sea lo que decida el gobierno israelí, incluso si acepta por completo y sin reserva las demandas de los palestinos, el mundo seguirá criticando a Israel por lo que debería haber hecho, pero no hizo. El punto que no vemos aquí, es que el mundo no trata de mostrar que está de acuerdo o en desacuerdo con las decisiones de este o aquel gobierno israelí; muestra su resentimiento por que existe el Estado de Israel.

Después de la Segunda Guerra Mundial, por el Holocausto, el mundo fue tolerante con el Estado judío. Pero, sólo hay un tiempo limitado para que justifique su existencia, por la muerte de millones de personas. Hoy, en 2020 la humanidad no siente que las atrocidades cometidas contra nuestro pueblo en la década de 1940, justifiquen nuestra soberanía en el Medio Oriente.

Hay una buena razón por la que, incluso los miembros del gobierno israelí están de acuerdo con las críticas del mundo. Nosotros mismos no garantizamos nuestra existencia aquí. Si no comprendemos la razón de la existencia del Estado de Israel y lo más importante, si no cumplimos con la razón por la que estamos aquí, incluso los israelíes condenan al Estado de Israel y si pudieran, vivirían con gusto en otro lugar.

Si queremos triunfar en nuestros esfuerzos de relaciones públicas, debemos abandonar el enfoque de lo que el mundo piensa o siente por Israel y concentrarnos en lo que los israelíes piensan y sienten unos por otros. Dado que siempre estamos bajo escrutinio, siempre somos ejemplo, para bien o para mal. Por eso, nuestras relaciones se proyectan en el mundo. Cuando estamos conectados, somos ejemplo de unidad y el mundo nos aprecia. Cuando estamos divididos, damos ejemplo de desunión y el mundo nos odia y nos acusa de belicistas.

Vivimos en un Estado soberano, para ser ejemplo de cómo un Estado soberano debe conducir sus asuntos. Si nos comportamos en unidad, con responsabilidad mutua, con espíritu de amar a los demás como a nosotros mismos, damos buen ejemplo y merecemos nuestra soberanía. Si nos despreciamos y nos tratamos con ofensa y burla, como lo hacemos hoy, damos un mal ejemplo y el mundo nos desprecia.

En los días del Segundo Templo, cuando había unidad dentro del pueblo de Israel, los reyes y eruditos del extranjero venían a aprender la sabiduría de los judíos. Tradujeron la Torá del hebreo al griego y sus eruditos aprendieron de los sabios de Israel que vivieron durante su tiempo. Mucha gente asistía a las festividades en Jerusalén durante las tres peregrinaciones anuales y apreciaban el sentimiento de hermandad que proyectaban los judíos.

Pero cuando estallaron las luchas internas en el pueblo judío, las naciones se volvieron cada vez más hostiles hacia nosotros. Después de siglos de creciente división dentro de nuestro pueblo, finalmente fuimos expulsados ​​de la tierra y Adriano emperador romano cambió el nombre de Judea a Palestina, para borrar el recuerdo de la presencia judía en la tierra. Las circunstancias actuales son similares. Aún somos juzgados por el ejemplo que damos. Si estamos unidos, el mundo nos dará la bienvenida. Si estamos divididos, el mundo nos expulsará.

Para una discusión en profundidad sobre este tema, lee mi última publicación sobre este tema: La elección judía: Unidad o antisemitismo..

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Publicado en: Judíos, News

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