Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

Los judíos como chivos expiatorios de Ómicron

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Un papel con las palabras ‘variante Ómicron de la COVID-19’ es captado en esta foto ilustrativa de una nueva variante B.1.1.529 del coronavirus SARS-CoV-2, tomada en Kiev, 2/dic/21 (Foto de STR / NurPhoto).

Hace unos pocos días estuve en Italia. Vi gente en la calle, lucía apagada, sin chispa en los ojos, triste. No sólo en Italia, un país gravemente afectado por la Covid-19, sino en todo el mundo, la gente está cansada de que aparezcan nuevas variantes una y otra vez, justo cuando pensábamos (y esperábamos) que finalmente estuviera bajo control. Dado que el virus no será vencido, la gente no podrá contener el estrés acumulado, desahogará su frustración e impotencia, primero se rebelará contra el gobierno restrictivo y al final también culpará a los chivos expiatorios habituales, los judíos.

Ya esta semana, circularon folletos antisemitas en Beverly Hills, California. Los folletos incluían los nombres de altos ejecutivos judíos de las compañías farmacéuticas más grandes del mundo y acusaciones de una “agenda judía” detrás de la pandemia. Propaganda antisemita similar se difunde ampliamente en las plataformas de las redes sociales.

Esos folletos y tweets son sólo el inicio del creciente odio hacia los judíos. Llegará un día en el que incluso los propios científicos atribuirán el virus a ese pequeño grupo que tiene el historial de siempre ser culpado por la humanidad. Dirán que los judíos son la fuente de todas las variantes, igual que en la Edad Media, cuando la gente empezó a murmurar y preguntarse, por qué los judíos no se enfermaban de Peste Negra y a partir de ahí se desarrolló y desplegó la conspiración. Una vez más, la historia se repite.

No somos responsables del brote de la plaga, como afirman los antisemitas, pero somos responsables de la incorrecta actitud hacia ella, como resultado de nuestra falta de consciencia. El virus es una alteración del sistema genético altruista de la naturaleza como resultado del ego humano. Es un poco complejo, pero lo explicaré: los grados de la naturaleza -inanimada, vegetal y animal- están enlazados en diferentes niveles, pero nosotros, la especie humana, estamos separados del funcionamiento armónico de la naturaleza. El deseo egoísta del ser humano es cada vez mayor y nos separa y nos agobia.

El ego no sólo hace que nos explotemos unos a otros en beneficio propio, también que explotemos a la naturaleza. Como resultado, la naturaleza, que está programada para ser equilibrada y perfecta, provoca epidemias y crisis, lo hace para ayudarnos a ver la brecha y la ruptura e invitarnos a repararlas, es decir, a conectarnos emocionalmente y a fusionarnos con sus partes integrales. Y así, todo caerá en su lugar.

Aún no entendemos que somos parte de un sistema integral y que su equilibrio depende de nuestras relaciones positivas. Esto debería ser claro y evidente. Incluso un vistazo a nosotros mismos, desde un costado, revela que estamos muy lejos del estado deseado y nuestra misión como judíos en dar ejemplo. Dejamos que el ego nos controle y nos separe. La nación judía tiene como objetivo ser luz para las naciones y allanar, para los demás, el camino hacia la unidad. Es nuestra misión. Israel y las naciones del mundo están entrelazadas en un sistema global y el mundo siente en su interior que somos indiferentes a nuestra misión. No es de extrañar que el mundo nos señale con el dedo acusador.

Si entendiéramos nuestra misión y la implementáramos, podríamos estar frente al mundo y guiarlo para que use la pandemia para su corrección; podríamos ser una guía para volvernos más unidos y compasivos, como un hombre con un corazón. Cuando esto suceda, ninguna aflicción llegará a la humanidad y el antisemitismo cesará.

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