Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

Prepárate para nuevas difamaciones con mucho veneno

antisemitismo judíos difamaciones ZóharEn el siglo XIV, la peste bubónica, también conocida como peste negra, causó estragos en Europa, fue la pandemia más letal en la historia de la humanidad, aniquiló a casi la mitad de la población europea. En aquellos días, no había conocimiento científico ni condiciones sanitarias para detener la propagación de la peste, el único refugio para la desesperación total eran los rumores, casi siempre artificiales. Uno de esos rumores fue que los judíos habían causado la enfermedad al envenenar deliberadamente los pozos.

Cuando los judíos intentan explicar las crisis, son blanco de rumores falsos. Pero esa vez, el resultado fue particularmente doloroso: entre 1348-1351, se registraron 350 pogromos contra judíos, en los que no menos de 210 comunidades fueron totalmente exterminadas. Incluso años después de que la plaga se calmó, aún había pogromos relacionados con la difamación de envenenar pozos. En 1370, por ejemplo, una difamación inició la masacre de Bruselas y acabó con la comunidad judía belga.

Es probable que la pandemia actual, Covid-19, repita el patrón. Aunque los judíos, en particular el estado judío, Israel, ya han sido acusados ​​de causarla, esa difamación aún está al margen. Pero, mientras más dure la plaga y más desamparada se sienta la humanidad, más ojos se volverán hacia los judíos y sus dedos nos señalarán como los malhechores.

Como entonces, ahora, podemos presentar todos los argumentos razonables para demostrar que no tenemos la culpa, que no causamos la pandemia. Como entonces, así será ahora, nadie escuchará. En ese sentido, el mundo no ha cambiado desde la Edad Media. Si pensamos que la gente es más razonable o civilizada, de lo que eran entonces, sólo necesitamos ver lo que sucedió en Alemania hace menos de un siglo, para darnos cuenta de que la humanidad es lo que siempre fue: intrínsecamente irracional y siempre dispuesta a culpar a los judíos.

Pero, ¿la humanidad está equivocada? Si todos nos dicen que tenemos la culpa y somos los únicos que pensamos lo contrario, ¿Quién tiene razón? Porque incluso si no causamos la peste negra ni la Covid-19 y es seguro que no lo hicimos, tal vez haya alguna otra falla en nosotros que desconocemos, que el mundo no puede articular y lo expresa con los pretextos más convenientes. Quizás por eso, el mundo nos culpa no sólo de iniciar la peste negra y la Covid, sino de causar todas las guerras, el virus del VIH, cada crisis económica y financiera que ha golpeado a la humanidad, cada violación de los derechos humanos, en cada país, incluso donde no hay judíos y en general, de todo lo que está mal en el mundo.

El problema es que no somos conscientes de lo que enseñan nuestros propios sabios. Si estuviéramos más informados, nos daríamos cuenta de que ellos también pensaban que todo lo que está mal en el mundo se debe a los judíos y que los judíos pueden y deben corregirlo. Nuestros sabios atribuyeron todos nuestros problemas y todos los problemas del mundo a nuestra falta de unidad y como resultado, afirman que nuestra unidad, la unidad del pueblo judío, es la cura para todo.

Por ejemplo, el Talmud (Yevamot 63) dice: «Ninguna calamidad llega al mundo, si no es por Israel». Por cierto, «por» significa tanto «por nuestro bien», para ayudarnos, como «porque». Similar al Talmud, el libro Shem MiShmuel dice: «Cuando todos [en Israel] son ​​como un hombre con un corazón, son como un muro fortificado contra las fuerzas del mal». El rabino Nathan Sternhertz en su libro Likutey Halajot [Reglas variadas], describe cómo deben comportarse los judíos: “’Reúnanse y escuchen, hijos de Jacob’, precisamente ‘Reúnanse’, porque les reveló que el elemento principal de la corrección, es el consejo de reunirse, es decir, habrá unidad, amor y paz en Israel y todos se unirán para hablar del propósito final. Y serán recompensados ​​con la integridad del consejo, porque Israel y la Ley, todos son uno en la medida de la paz y la unidad en Israel». El rabino Simja Bonim Bonhart de Peshisja escribió de manera similar en A Broadcasting Voice (Voz de difusión): “Esta es la garantía mutua por la que Moisés trabajó tan duro antes de su muerte, para unir a los hijos de Israel. Todo Israel es garante de los demás [responsables unos de otros], es decir, cuando todos están juntos, sólo ven el bien».

El libro Bina Le’Itim explica, no sólo que nos duela la división, sino también que la unidad nos salva: “El fundamento de la perversidad del malvado Amán, sobre el que hizo su pedido al rey de venderle a los judíos … es lo que argumentó, ‘Hay cierto pueblo esparcido y disperso’, etc. Echó su inmundicia diciendo, esa nación merece ser destruida, porque la separación gobierna en su interior, está lleno de contiendas y disputas y sus corazones están lejos entre sí. Sin embargo, dio el tratamiento antes del golpe [tomó medidas preventivas] … al apresurar a Israel a unirse y adherirse, para que todos sean uno, como un solo hombre, eso fue lo que los salvó, como en el versículo, ‘Ve, reúne a todos los judíos’”.

Y finalmente, El libro del Zóhar explica no sólo que nuestra desunión causa nuestros problemas, sino que también causa las peores calamidades del mundo. En la sección Tikkuney Zóhar [correcciones del Zóhar], Tikkun 30, el libro escribe, «En una generación», cuando Israel no se corrige a sí mismo con su unidad, «todos los destructores entre las naciones del mundo levantan la cabeza y principalmente desean destruir y matar a los hijos de Israel, como está escrito, ‘Ninguna calamidad llega al mundo sino por Israel’ (Yevamot 63a). Es decir, como está escrito en los Tikkunim anteriores, [Israel] causa pobreza, ruina, robo, matanza y destrucción en todo el mundo”.

Hay innumerables ejemplos, pero lamentablemente, no todos pueden caber en un ensayo. Sin embargo, la imagen es lo suficientemente clara. Si nuestros propios sabios y nuestros propios textos nos dicen que somos responsables de nuestro propio destino y del destino del mundo, que, con nuestra unidad o división determinamos lo que nos sucede a nosotros y al mundo, ¿no nos debemos, a nosotros mismos y al mundo, al menos intentar seguir los consejos de nuestros sabios? ¿podemos culpar a los que odian a los judíos de odio infundado cuando nuestros propios sabios hablan de manera tan similar? Creo que la respuesta es clara y la responsabilidad es nuestra.

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