Si somos bondadosos, nos volvemos como el Creador, la fuerza superior de amor y otorgamiento que actúa con total bondad hacia la creación. Así, todo será mejor y más fácil para nosotros, tanto en este mundo como en el mundo venidero.
Puede parecer que ser bondadosos nos hace vulnerables y que se aprovechan de nosotros, por eso debemos actuar de forma que nosotros mismos nos aprovechemos de los demás y evitar que nos hagan lo mismo. En algunas circunstancias muy pequeñas y limitadas, eso podría ser correcto. Pero es una visión muy estrecha y restringida, en general, la vida no es así. Cuando logramos una perspectiva de la vida como un todo, lo que nos queda y dónde terminamos, vemos claramente que es mucho mejor ser bondadosos.
Además, no debemos ser bondadosos con la expectativa de que la bondad nos sea devuelta. Más bien, la bondad nos da la capacidad de entender que todo está hecho con esa misma cualidad de bondad y que es mejor actuar con bondad. Por eso, debemos ser bondadosos porque es la cualidad que se extiende del Creador a la creación y no por otra razón: sólo deseamos asemejarnos a esa cualidad suprema, sin esperar que nos sea devuelta.
Ir un paso más allá: pensar y actuar con bondad, ya es la influencia del Creador sobre nosotros, es decir, ya es nuestra recompensa. Mientras tanto, hay mucha gente que intenta abrirse camino en la vida, aprovechándose de los demás, manipulándolos y explotándolos, pues le parece que es la forma de sentir placer y que les da más dinero, honor y poder. Terminan calculando lo que entra en sus bolsillos y pueden pensar que son felices como resultado, pero en realidad, están muy lejos de ser felices.
Además, estas personas son castigadas. Al principio, no entienden que reciben un castigo, pero sucederá. Esa es la ley general de la naturaleza: todo lo que hacemos debe ser compensado: bien con bien y mal con mal.
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