Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

Masacre en la sinagoga Árbol de la Vida en Pittsburgh, un llamado a la unidad

“Es un árbol de vida para quienes se aferran a él y todos los que lo sostienen son felices. Sus formas, son caminos afables y todos sus senderos son paz” (Proverbios: 3:18)   

Cuando las banderas de Estados Unidos ondean a media asta por 3 días, tras el horrendo tiroteo en la sinagoga Árbol de la Vida en Pittsburgh –en el que 11 personas fueron asesinadas y 6 más resultaron heridas por un antisemita armado que no deseaba nada menos que erradicar a todos los judíos–, es momento de unirnos por encima de nuestras diferencias e inclinar nuestra cabeza, no sólo por las familias y amistades de las víctimas, sino para considerar la razón de tan detestable crimen de odio antisemita y lo que podemos hacer para prevenir ataques futuros.   

Al tiempo  que la Liga Antidifamación (ADL) calificó el tiroteo como “el más mortal contra la comunidad judía en la historia de Estados Unidos”, los crímenes de odio en general durante el 2017 fueron los más altos registrados en más de una década, con un 12% de incremento. Además, los judíos representaron alrededor del 54% de esos crímenes de odio, a pesar de ser sólo el 2% de la población estadounidense. Por lo tanto, mientras nos unimos y oramos por las familias y amistades de las víctimas, necesitamos entender que estamos reaccionando a un síntoma de un problema que se intensifica.

El Árbol de la Vida es para quienes se aferran a él…                                     

Para resolver el problema de raíz y no esperar a tiroteos masivos y otras crisis que nos unen temporalmente, necesitamos reconocer la unidad del pueblo judío como una fuerza capaz de resolver el antisemitismo. Cuando el pueblo judío se une por encima de sus diferencias, el amor cubre el odio, la paz cubre el conflicto, la felicidad cubre todo el vacío en el mundo y -como de milagro, internamente- la gente siente una nueva forma de realización en sus vidas. Y cuando las personas se sienten realizadas, los pensamientos para eliminar a todo un colectivo dejan de aparecer en sus mentes. ¿Cómo funciona todo esto?

 

¿Cómo es la unidad del pueblo judío una solución al antisemitismo? Históricamente, los judíos son un vivo testimonio de resistencia. A través de la historia hemos sido perseguidos por los romanos, la inquisición española, el imperio ruso de finales del siglo XIX y principios del siglo XX; y por supuesto, Hitler… y no obstante, hemos sobrevivido. Los retos de la vida moderna tampoco nos destruirán, a menos que nos quedemos pasivos y no logremos tomar este evento en Pittsburgh como una llamada para despertar.

 

Para responder a la llamada y asegurar que tal masacre de judíos no vuelva a suceder, primero necesitamos entender quiénes somos, por qué estamos aquí y cuál es nuestro papel y propósito en este planeta. Sólo entonces podremos comprender por qué pasamos tantas tribulaciones y conflictos; y sólo así podremos encontrar la forma de cambiar hacia una dirección positiva.

 

Los fundadores de nuestra nación llegaron de diferentes tribus de toda Babilonia y el Cercano Oriente. Lo único que los mantuvo unidos fue su creencia en que el principio de Abraham, de misericordia y amor por los demás, era la forma correcta de vivir. Eso trascendió todos los demás intereses y consideraciones, y así, le siguieron.   

 

Nos establecimos como una nación judía a los pies del Monte Sinaí, cuando todos nuestros miembros acordaron unirse “como un hombre con un sólo corazón”. Inmediatamente después, se nos ordenó ser “luz para las naciones”, es decir, difundir la luz de unidad por todo el mundo. Eso es lo que nos hace únicos. Dado que una vez experimentamos el amor fraterno, tenemos la capacidad de volver a unirnos por encima de las diferencias y dar ejemplo a los demás, quienes tan desesperadamente necesitan esta directriz.

 

Rav Kuk resumió el papel del pueblo judío de la siguiente manera: “El propósito de Israel es unir al mundo en una sola familia”. Mientras mantengamos nuestra unidad, prosperaremos y estaremos seguros. Cuando lo olvidamos, el mundo nos considera como una influencia negativa y las manifestaciones antisemitas resurgen como una venganza, como se mostró en el ataque a la sinagoga Árbol de la Vida.

 

Cuando nuestros enemigos asestan golpes, no preguntan a qué denominación pertenecemos, o cuál es nuestro origen, o si somos de derecha o de izquierda. Ellos simplemente nos atacan, convencidos de que los problemas del mundo se resolverán borrando a los judíos de la faz del planeta. Estas fuerzas predominantes del antisemitismo resurgen constantemente en distintas formas para obligar a unirnos, ya que nos alejamos cada vez más de la implementación de nuestro papel de ser “una luz para las naciones”.

Cómo podemos cambiar ésto

En lugar de dar ejemplo de unidad, irradiamos división al resto del mundo. De esta forma, el mundo siempre encontrará razones para odiarnos y justificar su intento de destruirnos. El punto del que depende nuestra prosperidad fue expresado de manera concisa por Samuel David Luzzato: “El éxito de nuestra nación depende sólo de nuestro amor fraterno, de conectarnos unos con otros, como miembros de una sola familia”.

 

Espero que tomemos la opción que tenemos en nuestras manos de guiar al mundo desde la oscuridad hacia la luz, del caos a la unidad, al elevarnos por encima de nuestras diferencias. No necesitamos estar de acuerdo en todo, pero tenemos que conectar nuestros corazones por encima de todo lo que nos separa.   


Está dicho en Shem MiShmuel, “Cuando Israel es ‘como un hombre con un sólo corazón’, es como un muro reforzado contra las fuerzas del mal”. Mediante la unidad, estaremos empoderados para enraizarnos firmemente como nación, implementando entre nosotros y difundiendo a los demás la felicidad, la placidez y la paz comprendidas en las palabras: “Es un árbol de vida para quienes se aferran a él y todos los que lo sostienen son felices. Sus formas, son caminos afables y todos sus senderos son paz” (Proverbios: 3:18)   

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